Mariana, queriendo acercarse más a su hijo, empieza a penetrar en el mundo donde él se sumerge, creando con ello una personalidad nueva, una versión diferente de sí, un ser mágico que vive en línea, conviviendo con otros jugadores de distintas partes del mundo (real). En ese mundo virtual de videojuegos deja de ser ella para convertirse en Menia.
Mariana logra su objetivo, se acerca más a su hijo, aunque se va distanciado de a poco de su familia, de su esposo, de su hija, de sus amistades. Lo que empieza como una incursión para reforzar los lazos madre e hijo arrastra a Mariana a querer explorar más y más el mundo virtual, conocer nuevos aliados y conversar con ellos más allá del juego.
Mientras que Mariana se divide entre ella y Menia, el mundo (real) continua, incluso para su hijo.
Inés Récamier nos lleva con su historia a explorar un vicio y una abstracción que podemos creer poco común en adultos, pero que vivimos día a día, no sólo en videojuegos, sino en las redes sociales.
Aislamiento, olvido, descuido, amistades no cultivadas, problemas dejados de lado, familia en segundo plano. Eso es lo que pasa cuando el mundo virtual se vuelve nuestro mundo y el mundo (real) parece dejar de serlo.
La trasformación de Mariana en Menia es tan paulatina que no llegamos a percibir en que momento la novela deja cada vez de tocar las acciones reales, para presentarnos en mayoría las virtuales. Ambas interesantes, conviviendo para complementar la historia, aunque al final nos daremos cuenta que la lectura también nos lleva a casi mudarnos de mundo, cuando lo que hace Menia nos emociona más que lo que vive Mariana.
La novela de Inés Recamiar nos lleva a plantearnos, a quienes estamos inmersos en un mundo virtual, si también estamos viviendo Entre mundos, atrapados en un limbo donde dejamos de distinguir las “realidades”.