Por: Alejandra Inclán
Nos hemos distraído,
tú de mí, yo de ti.
Y no es falta de atracción,
sólo que la vida cotidiana
ha movido nuestros ojos a otras partes,
y vaya si han sido importantes.
Pero no por ello
perdernos de vista que nos debemos un beso,
un momento, un espacio, un deseo.
Tu voz apenas ha sonado
un par de veces al teléfono,
y ella me dice que te quiero.
Sí, parece que te quiero.
Perdona que diga «parece»,
ya sabes, soy algo insegura,
¿lo sabes? Creo que lo sabes.
Sólo sé que sueño con tu piel,
con tus ojos que me gritan ámame,
con tu boca de miel y tu néctar quemante,
agridulce e incendiante.
Estoy loca de la pasión que aún no toco,
de tu cabello enredado con mi cabello
y tus muslos frotándose con los míos.
Y vaya que estoy loca,
porque mientras yo te sueño e imagino,
es otra la persona la que te toca.
Sólo soy un ente lejano,
que pide al menos, por una sola vez,
dormir entre tus brazos.