Por: Alejandra Inclán
Hago conjuntos de palabras,
les entrego parte de mi alma invisible
y esta se integra a ellas,
y no entiendo la lejanía mi anhelo.
Espero, el segundo se hace torturante,
el minuto un infierno
y las horas acaban con lo eterno.
Vuelvo a la nada,
el llanto primero emerge
y ya no me estoy consumiendo,
vuelvo a ver el cielo y nuevamente está lejos.
Crezco,
estiro mi mano y sigue lejos,
no recuerdo el ayer,
sólo siento que debo volver
y me introduzco en el tiempo eterno,
donde alguna vez lloré,
donde sonreí y fui feliz,
donde tuve miedos,
y donde siguen creciendo los anhelos.
¿Los obtendré?
No sé,
sólo sé que mi mano sigue estirada
buscando el cielo.
¡Hermoso!
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Gracias por leer
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