Por: Alejandra Inclán
Mi corazón está encogido, con pocos latidos, sombrío, perdido. Toco mi pecho y algo duele. Siento el vacío en todo el cuerpo, porque el alma se me ha extraviado en un aliento.
El sentido de mi vida da giros que me han desorientado. No sé si avanzo o retrocedo, no sé si camino en círculos, no sé si hay alguien cerca que me dé la mano para sostenerme. Y es que casi estoy sola, casi agotada, casi paralizada. Casi… Porque algo me jala, no me deja agonizar, no me deja claudicar, terminar con las ilusiones que aún tengo.
¿Te puedo abrazar? Dices, y yo, con una mueca intentando simular una sonrisa te digo indiferente: <<Si tú quieres>>. Y me abrazas, y creo que estoy sintiendo que hay esperanzas.
<<¿Quién eres?>> Te pregunto. <<Soy tú, soy yo. Soy a quien por mucho tiempo ignoró nuestro corazón>>.