Por: Alejandra Inclán
Deletreo tu nombre mientras despierto,
dibujo tu inicial con mi lengua,
que a le vez moja mis labios traviesos.
Pronuncio tus palabras,
palabras que suben por mi espalda,
estremeciendo desde mi sexo a mi cerebro.
Te veo en blanco y negro,
la luz es tenue, la cama gris apenas iluminada,
mi lengua quiere tocarte otra vez y no me atrevo.
No digo tu nombre, aunque me lo apropio,
amanece poeta, ¿acaso eres consciente?
La sabana ya no me acaricia,
tú no me acaricias, he despertado Pizarnik,
soy la de los ojos abiertos, la enamorada,
la salvación, algo…
Tengo amnesia voluntaria,
ya no soy yo, yo soy… sólo un nombre, tu nombre,
y debajo de tu nombre estás tú,
y veo rojo sobre grises,
veo tu libro y tu expresión.
No te pronuncio,
mi lengua termina de acariciar tus letras,
llego a la “a” minúscula,
minúscula como esta lectora
que ha pretendido escribir a partir de ti,
de tu imagen despeinada, de tu mirada perdida,
de la reflexión de tu suicidio y del mío…